Filosofía y teatro dos formas de habitar el abismo

Resumen

El abismo alude a una forma de percibir la realidad, es una metáfora poética del espíritu nihilista que define a la época actual. La técnica ha llevado a la humanidad ante el acantilado arrojándola al vacío. No se sabe si todavía se cae o si ya terminó de caerse; lo cierto es que el género está aturdido, sin poder definir de qué. Esto aumenta el desconcierto y confusión en la que vive convulsionando el ser humano. Se vive en la fiebre de una caída donde no hay puntos de referencia, más que simulacros al infinito en un eterno retorno del sin sentido. Al punto de no saber si se cae para arriba o abajo; si hay cielo, suelo, bordes (se sabe que los hay por los golpes recibidos [alimentándose con esto aún más la desorientación]) Aquí se opta por sospechar que el horno ludens irremediablemente cae en la seriedad del aguafiestas, del político globalizador. Puede decirse que se cae en el cada vez más asombroso avance tecnológico; claro está que el discurso oficial del estado no aceptaría esta metáfora más que como chiste: «el año pasado se estaba a un paso del precipicio ... hoy, se dio un paso hacia adelante» frase que se le atribuye a diversos políticos del mundo: desde Echeverría, o gente allegada a su régimen en México, o a algunos políticos europeos cuando la gran integración de la CEE; más reciente ente a un presidente de Argentina, al cual le gustaba el fútbol y de cuyo nombre es preferible olvidarse. Por su parte, los discursos oficiales dan una serie de cifras, (a veces ni los mismos políticos las entienden), sobre los grandes avances macro y micro económicos; el gasto social; el PIB; los logros tecnológicos; en fin, la vertiginosa caída en la modernidad, la globalización, la economía de mercado, los parámetros de eficiencia, etcétera. Todos ellos síntomas de la caída; de la gran enfermedad planetaria: el nihilismo.